Sin deudas ni banderas
Son un tanto estúpidos los debates nacionalistas que están surgiendo en España, ahora, en el siglo veintiuno. Es un problema que afecta sobre todo (o eso se cree) a la Comunidad Autónoma Vasca y a Cataluña, y si me apuran a Galicia. Pero ahora los valencianos han saltado, en la época del nuevo talante como algunos la denominan. Gran error el del Gobierno el de querer satisfacer a todo el mundo. Me refiero a cuando se entregó a la Unión Europea un ejemplar de la Constitución Europea en euskera, gallego, catalán y valenciano.
Dicen que el nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando y Maragall viaja mucho y además es miembro del Partido Socialista. De un socialista se tenía que esperar internacionalismo y no las salidas de tono del Presidente contra un Gobierno de su partido. La Real Academia de la Lengua no considera al valenciano una lengua sino el catalán que se habla en la Comunidad Valenciana. También lo reconoce la Academia Valenciana de la Lengua y el Institut d´Estudis Catalans. Tan sencillo como eso. Los ejemplares en valenciano y en catalán eran idénticos, punto a punto, letra a letra. Está claro que el orgullo regionalista se lo puede subir uno como quiera y los valencianos tienen todo el derecho del mundo a llamar a su forma de hablar valenciano. Pero lo quieran o no, Castilla expandió el castellano al resto de España, y Cataluña el catalán a otros territorios. Me extraña que todavía no haya protestado el Gobierno Balear para exigir también una copia en balear.
Dejémonos de tonterías y debates políticos con temas tan culturales como una lengua, porque a algunos se nos quitan las ganas de aprender otros dialectos por el uso partidista que los políticos hacen de ellos. Todo esto por no hablar de la utilización que se hace en los colegios. Pero este es ya otro tema. Ojalá todos supiéramos hablar cinco lenguas pero, como dice el poeta Luis García Montero, sin deudas ni banderas.
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