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Puño y letra

Adiós, Arafat

Arafat“Llevo en una mano una rama de olivo y en la otra el fusil de los combatientes de la libertad. No permitáis que la rama de olivo se caiga de mi mano”. Así comenzaba su discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas en 1974 Yasir Arafat. Ayer Arafat fue enterrado en la misma cárcel en la que llevaba recluido desde el año 2002, el complejo de la Muqata.


Muchas veces las simplificaciones nos llevan a hablar de un bando de “buenos” y un bando de “malos” al referirnos a los diferentes conflictos armados. La complejidad de la lucha entre israelíes y palestinos debería imposibilitar las simplificaciones, aunque no tedo el mundo lo crea. Muchos de sus protagonistas han cometido errores, pero también grandes aciertos que no podemos olvidar.


Para hablar de la figura de Arafat tendríamos que remontarnos al origen del conflicto, aquel 29 de noviembre de 1947, cuando la ONU, poco después de que Gran Bretaña hubiera abandonado Palestina, aprobaba un plan para la partición de su territorio en dos zonas: una israelí y otra palestina. Aquello desencadenó, el 14 de mayo de 1948, en la proclamación del Estado de Israel y en una serie de enfrentamientos sucesivos con sus vecinos (la Guerra de los Seis Días, la Guerra del Yom Kippur...), en algunos casos, respondiendo a sus ataques, pero en la gran mayoría, por el desmedido afán expansionista del Estado judío.


Arafat combatienteDiez años después, cuando trabajaba en Kuwait, Arafat creó Al Fatah y en 1968 lo incluyó en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que desde 1969 lideró. Aunque desde un principio, Arafat luchó contra Israel (mientras estudiaba en Egipto, introducía armas de forma clandestina), como líder de Al Fatah se introdujo a fondo en el mundo de la guerrilla y el terrorismo. En ese ámbito, Arafat escribió algunas de las páginas más oscuras de la Historia del conflicto palestino-israelí.


Pero hace años, Arafat dejó de ver el terrorismo con buenos ojos. Vio que su causa, que ha acabado limitándose a la creación de un Estado Palestino en poco más del 20% de los territorios de la antigua Palestina, no podía defenderse desde la violencia. En 1988, con la primera Intifada aún caliente, Arafat tras leer una declaración de independencia de su Estado, rechazó toda forma de violencia. Ese nuevo talante le llevó a obtener el Premio Nobel de la Paz en 1994.


Muchos nunca perdonaron a Arafat su pasado terrorista y han sembrado de dudas su conversión a la política como “arma” con la que conseguir sus objetivos. Sin embargo, por desgracia, quienes siempre han estado frente a Arafat han evolucionado mucho menos que el líder palestino ahora fallecido.


Yasir Arafat, Isaac Rabin y Bill ClintonIsrael, salvo excepciones como la del recordado Isaac Rabin (Premio Nobel de la Paz, junto a Arafat en 1994), no ha variado su postura en los últimos años y en algunos sentidos, incluso la ha radicalizado. El actual primer ministro israelí, Ariel Sharon, tiene un pasado que en nada envidia al pasado terrorista de Arafat. En 1982, las tropas del entonces general Sharon, junto con milicias libanesas, irrumpieron en los campos de refugiados de Sabra y Shatila asesinando a 2.000 palestinos.


Israel controla y realiza permanentes incursiones en los territorios de Gaza y Cisjordania ahogando toda posibilidad de libertad para los ciudadanos palestinos. Por si fuera poco, ha establecido un muro “de seguridad” entre Israel y Palestina declarado ilegal por el Tribunal de La Haya. Mantiene, además, aunque esto podría cambiar, los asentamientos de colonos judíos en territorio árabe.


Pero lo peor no es eso. Israel es un estado terrorista amparándose en el pretexto de la seguridad. El ejército y los servicios secretos israelíes no dudan en usar tácticas terroristas para combatir a los grupos, estos sí, terroristas palestinos. La diferencia es que las acciones israelíes están amparadas por un gobierno, no por un grupo armado. Un gobierno, el israelí, que no duda a la hora de llevar a cabo prácticas como los asesinatos selectivos.


A todo esto debemos sumar el hecho de que Israel es el estado que más resoluciones de la ONU ha incumplido a lo largo de su historia. El insulto final a Arafat ha sido prohibir su entierro en la explanada de las mezquitas y obligando a que este tuviera lugar en la que ha sido su cárcel en los últimos años, la Muqata.


Arafat, Barak y Bill Clinton en Camp DavidEn todo esto, Israel cuenta con un aliado de excepción, Estados Unidos. Si la Administración Clinton realizó cierto esfuerzo por acabar con el conflicto, la de Bush se ha dedicado a poner piedras en toda vía de paz entre Israel y Palestina con su apoyo, casi ilimitado, a los gobiernos judíos. Bush lleva cuatro años mirando para otro lado cada vez que Israel lleva a cabo sus desmanes y entorpeciendo numerosos proyectos de resolución de la ONU. Los vetos de EE.UU en el Consejo de Seguridad han sido permanentes a lo largo de la Historia en lo referido al conflicto palestino-israelí.


Resulta sorprendente que ahora, con el líder palestino muerto, Bush y Sharon digan que se abre un tiempo en el que la paz podría alcanzarse. Bush ha anunciado que va a implicarse personalmente para garantizar la construcción de un Estado Palestino como única vía de paz para Oriente Próximo. EE.UU. e Israel dan así a entender que Arafat era un obstáculo para la paz, cuando las aportaciones de estos dos países en el camino de la pacificación han sido escasas. Lo que es evidente es que norteamericanos e israelíes pretenden hacer bueno eso de que “a río revuelto, ganancia de pescadores” e intentarán negociar aprovechando la debilidad de los nuevos líderes palestinos.


Al margen de las intenciones de Bush y Sharon, se abre, por supuesto, un nuevo tiempo en Palestina. Un nuevo tiempo para el que aún no hay un líder claro. El nuevo presidente palestino, será elegido antes del nueve de enero. Quién será y si su elección no será problemática son las principales preguntas que surgen ahora. Por el momento, Abú Alá sigue siendo el primer ministro palestino y Abú Mazén es el nuevo presidente de la OLP. ¿Será capaz el nuevo líder de aglutinar a las posturas más radicales y guiarlas por la senda de la paz? Esperemos que así sea, pero esperemos también que esa paz sea justa con los palestinos. Dado que la ONU tiene las manos atadas por el derecho de veto norteamericano, la Unión Europea deberá colaborar en la transición en el poder en Palestina y ejercer de arbitro y defensor de los derechos del pueblo palestino para que Estados Unidos e Israel no se lleven el gato al agua y al menos, se cumpla la hoja de ruta en su totalidad.


Más información sobre este tema en "Guerra eterna en Oriente Medio" del periodista Iñigo Sáenz de Ugarte y en el especial de elmundo.es sobre Oriente Próximo

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