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Puño y letra

De la cocina a la cazuela mediática

Arzak y SubijanaEl pasado viernes conocimos por una filtración que el etarra José Luis Beotegi había vinculado a cuatro cocineros vascos con el pago del impuesto revolucionario. En concreto, decía Beotegi en su declaración ante el juez, que la banda terrorista ETA había pedido dinero bajo coacción a Juan Mari Arzak, Pedro Subijana, Martín Berasategui y Karlos Argiñano. Beotegi añadía que tenía constancia de que, al menos, Arzak y Subijana habían realizado parte de los pagos que le exigían los terroristas.


La noticia, no hace falta decirlo, es polémica como pocas. No cuesta deducir que ETA ha exigido este “impuesto” bajo amenazas a los cuatro chefs vascos. Pero claro, de haberlo pagado Arzak y Subijana habrían financiado a la banda. La polémica que suscita la noticia es comparable con el dilema ante el que se encuentra la persona que vive bajo coacción. Un dilema sobre el que muchos medios de comunicación no han reflexionado y que además parece no existir por el hecho de que los extorsionados sean unos populares empresarios.


Este domingo, tras un durísimo editorial el viernes, el diario El Mundo volvía a criticar con fuerza en un reportaje titulado "Dar de comer a ETA" la actitud de estos cocineros. En él se recogían las palabras del político vasco, Carlos Iturgaiz “algunos que se están haciendo ricos desde pedestales como el gastronómico colaboran por detrás con los etarras". El Mundo no es el único medio de comunicación que ha recogido y realizado ataques contra estos cuatro chefs vascos, las tertulias de diferentes radios y las páginas de opinión de muchos periódicos han situado en el centro de su particular diana la actitud de estos restauradores.


Karlos ArgiñanoSobre todo esto hay mucho que decir. En primer lugar, que los medios, los políticos y muchos tertulianos tienden a olvidar la presunción de inocencia, reconocida por el artículo 24 de la Constitución, cuando quien está imputado por un determinado delito (en este caso sería colaboración con banda armada, a pesar de que nadie ha sido condenado por el pago del impuesto revolucionario en España) es famoso o sospechoso de algo. En este caso los cuatro restauradores son famosos, incluso se les ha llegado a tildar de “multimillonarios” y además, según algún medio, son sospechosos por no hablar del conflicto vasco. En el País Vasco, en muchas ocasiones, no criticar a ETA no es una expresión de simpatía sino de miedo. En cualquier caso y volviendo al tema de la presunción de inocencia, existen unas diligencias abiertas y Arzak y Subijana han declarado en la Audiencia Nacional. La decisión depende del juez Fernando Andreu, no de los medios.


Martín BerasateguiEn segundo lugar, ¿por qué nadie percibe que los cuatro restauradores son también víctimas de ETA? El pago del impuesto revolucionario no es un donativo, es la aceptación de un chantaje para no sufrir las consecuencias de las amenazas de los terroristas contra una empresa o una familia. Por supuesto que implica una forma de financiación a ETA, pero no voluntaria, es un chantaje. Lo fácil es decir, viendo los toros desde la barrera, aquello de “yo llamaría a la policía” o “yo por cuestiones éticas, nunca pagaría”, pero ¿cómo se siente uno cuando le plantean un chantaje de este tipo? No sólo estamos hablando de lo que esta bien o no, por supuesto que está mal pagar a ETA, pero pongámanos por un momento en esa situación, ¿qué haríamos? ¿tenemos una respuesta de antemano?


Y para terminar, ¿cómo es posible que se filtren a los medios de comunicación sumarios declarados secretos? La declaración del etarra Beotegi estaba bajo secreto de sumario, alguien que trabaja en la Audiencia Nacional la ha filtrado. Si se trata de un funcionario, mal andamos; si se trata de un magistrado o de personal con funciones judiciales, peor aún. Alguien tiene que poner coto a unas prácticas que dejan a cualquier ciudadano, sea famoso o sea nuestro vecino de enfrente en una situación de total indefensión. Las autoridades judiciales tienen que investigar sobre esto útimo y los medios y la sociedad no deben olvidar que existen la empatía y la presunción de inocencia."

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